Seguidores

sábado, 11 de diciembre de 2010

Chère "amie".

Chère amie,

Cada año, decenas de chicas desean que llegue el momento en el que encuentren esta invitación en su correo. Sonríe, ¡este año eres una de ellas!
La llegada del frío puede que no sea motivo de celebración para mucha gente, pero cualquier excusa es buena para hacer una fiesta, ¡sobretodo si ello conlleva estrenar ropa de la nueva temporada!

Doce de la noche, Hotel Bordeaux.

Adieu. :)

PD: Celeste, supongo que estarás un poco perdida. Piénsatelo, si yo fuese tu vendría... Soy Carla, estoy segura de que sabes quién. Por cierto, el Hotel Bordeaux es el mismo al que te llevó Lucas. Ponte el mismo vestido si no tienes otro, te quedaba... mono. ¡Ah! Intuyo que no le dirás nada a Lucas así que Iván pasará a recogerte.


Llevaba desde el miércoles que saqué la maldita invitación del buzón buscando malas intenciones ocultas en ella, y tranquilamente ya podría haber encontrado la ciento ochenta maldita intención oculta. Tanto dorado y floripondio en tan poco papel tenía que ser diabólico por pantalones.
Iván me había lanzado miles de miradas esperando un sí o un no y aunque no le dirigí la palabra estaba más que segura que esta noche pasaría a recogerme. Además Lucas estaba cenando con sus abuelos y sería una buena oportunidad para estrechar lazos familiares...
Suspiré y marqué un número en el móvil.

-¿Celeste?
-Andrea, necesito un vestido.


------------------------------------------------------------------------------------------------
Sé que no es un capítulo. Lo he pensado y he decidido subir la carta y hacer uno (o dos) capítulos aparte de lo que pase en la fiesta. Espero subir el 1º esta noche. Un beso :)

domingo, 21 de noviembre de 2010

Capítulo 20. Otoño.

Buenos días de nuevo querido otoño. Ya estábamos a finales de noviembre y los abrigos eran una prenda obligada a primera hora de la mañana, aunque por suerte, aquí ni en pleno invierno el termómetro bajaba mucho de los cero grados.

Mi habitación llevaba bastante más de un mes en un silencio irritante. Lidia había vuelto a su casa, y aunque fuese poco el tiempo que permaneció aquí, ya echaba de menos bordearle un poco. No era la única. Al parecer Victor se tiró varios días vagando ausente, aunque después de todo sirvió para que él y Andrés dejasen la aparente pequeña trifulca por los encantos revolucionarios de hormonas masculinas de mi prima. Al final ambos se quedaron sin nada, ella siempre ha sido así. Recuerdo que de pequeñas, en uno de nuestros viajes familiares a la costa del Sol, tres niños inocentes competían por hacernos el castillo más bonito. Yo me quedé con una torre deforme, ella tenía tres pequeños “Palacios de Versalles” y a los niños emocionadísimos. Les dijo que eran unos inútiles y los pisoteó. Seguramente fue la primera vez que a aquellos niños de apenas ocho años les llamaran inútiles. Pero a decir verdad, un poco si que eran.
No sé qué consuelo buscaron aquellos niños, pero según Gabriel el de Víctor y Andrés era más que fácil y evidente. Una ducha fría.
-¿Verdad Celeste?
-Amm...-intenté encontrar sin éxito la respuesta a una pregunta que no había escuchado.
-Atiende y deja de mirar por la ventana, anda. -concluyó el profesor de historia. Pillada in fraganti. -Como iba diciendo, la restauración fue el proceso histórico por el cual Europa...

Desconecté de nuevo. Estaba un poco en babia. En realidad, estaba bastante. Hacía mucho tiempo que no tenía nada interesante en qué pensar así que mi mente, con un mono inmenso de imaginar tonterías, divagaba sin límite alguno. Pero el señor que nos explicaba el pasado, no era el único que se percató. Recuerdo que esta mañana mi madre también dijo algo por el estilo...

-Celeste, ¿el paisaje otoñal que observa por tu ventana es bonito verdad? Además tiene un punto de añoranza que va mucho contigo, por eso elegimos este cuarto para ti. -dijo mi madre desde la puerta, con un inusual punto sensible que no terminaba de comprender, sobretodo porque el cuarto lo elegí yo.
-Mamá no te lo tomes a mal pero... ¿a qué viene esta cursi y estúpida milonga? -Laura se rió, seguramente de mí.
-Pues si te parece cursi imagínate tu cara de adolescente en plena fase “cuelga tú”. Pero me alegro de que te des cuenta de que mirar amanecer por la ventana es cursi y estúpido, sobretodo cuando vas a llegar tarde a clase. Baja en cinco minutos Cáceres. -dijo imitándose a si misma como profesora.

Ese ya no era el tono en modo mamá, ahora era modo sargento y su antigua manía de llamar a los alumnos por el apellido. Eso me recordaba que nuestro nuevo entrenador tenía esa misma manía. Ese sí que era un sargento, y además rebosaba prepotencia. Aunque debía decir a su favor que no habíamos perdido ni un solo partido, quizás por el echo de que no habíamos jugado ni un solo partido. A parte, aún no habíamos tenido el inmenso placer de conocer a nuestras queridas compañeras, puesto que ellas entrenaban en un acogedor pabellón con las mejores instalaciones y nosotras a la intemperie. Para colmo, por si no tuviese los suficientes motivos para pensar que el cambio de equipo había sido una horrible idea, nadie aportaba nada nuevo sobre Lucas. Y claro, así no había manera alguna de enterarme del por qué Lucas se mostraba tan reacio a mi condición de “deportista” en Horquilia. Cuanto más lo pensaba más ridículo me sonaba ese nombre.
Volví al presente. Estaba repartiendo los exámenes.
-Dios mio, voy a suspender, voy a suspender, voy a suspender... -miré con mala cara a Candela, la empollona de clase que estaba sentada a mi izquierda. El examen cayó en su mesa. Un 9'1.
-Casi fallas. -le sonreí mientras buscaba con la mirada al maestro esperando mi nota.
-No sé que haces para aprobar, pero atender en clase seguro que no. 7'4.

Poco después sonó el timbre. Bajé las escaleras a toda prisa, deseosa de salir de aquellas paredes y respirar tranquila en el parque aunque solo fuera media hora. Cuando me faltaba un escalón para llegar arriba tropecé con alguien. Se escuchaba a dos o tres niñas reírse cerca. Las miré. No debían de tener más de doce años.
-¿Algún problema, monas? Acaban de llegar y ya se creen las reinas del instituto... Se acabó la función, andando. -Les ofrecí una falsa sonrisa y se fueron.
-Me encanta cuando te pones así. -Dijo detrás de mi la persona con la cual me choqué. Me ofreció la mano para levantarme del escalón y la acepté. Me arrepentí en cuanto relacioné la voz con la cara.
-Genial Iván, incordias hasta sin quererlo. -Me levanté y jalé mi mano de entre las suyas.
-Echas de menos a Helena, ¿eh? -Me volví, miraba la mano que antes había cogido. La pulsera.
-Ella a ti no mucho la verdad. Se lo está pasando en grande.
-¿Ves a Helena? -pregunté con repentino interés. Negué con la cabeza. -No puede ser está a no sé cuántos kilómetros de aquí. -Iván bufó.
-Celeste, Celeste... tu inocencia te hace adorable.
-¿Cómo que...?
-Ah, ah, se me acabaron las respuestas. Pregúntale a tu novio, estará encantado de responderte.


El parque estaba de un inusual solitario. Basicamente lo ocupábamos alumnos de bachillerato y estábamos empezando los exámenes trimestrales así que la mayoría atestaban la biblioteca. Entre ellos Lucas . A mi lo último que me hacía falta ahora era una biblioteca.

De lejos vi a Andrea acercarse. Gabriel, Lucas, Victor y Andrés habían estado unos días fuera, supuestamente navegando. Volvían esta mañana así que Andrea se tomó las tres primeras horas de vacaciones. La verdad es que se tomaba muchas vacaciones desde que solucionaron sus problemitas en ropa interior. A diferencia de Gabriel, Lucas corrió a la biblioteca en cuanto llegó porque iba atrasado con el temario de no sé que asignatura.

-¡Imbécil! -me saludó cariñosamente. -¿Sabes qué?
-No.
-¡Oh, qué simpatía! ¡Mira! Hasta brilla... ¿Qué te pasa?
-Ahora no, cuando terminen las clases te cuento. Dime tú qué se te ha ocurrido ahora.
-¿Segura? -asentí. -Vale pues se me ha ocurrido que... redoble de tambores... tatatachán...
-¡Andrea!
-Vale fiera... En menos de un mes son las vacaciones de Navidad y el pijo y rico de mi novio, tiene una casa en la sierra. El plan es irnos el 24, para pasar allí la nochebuena y venirnos el 31 para cenar en fin de año con la family. Y digo cenar porque luego, ¡nos correremos una buena juerga!
-¡Claro! ¿Tú se lo dices a mis padres vale?
-Blah blah blah, sabía que dirías eso. Pero se te olvida que hablas conmigo, osease tu inteligentísima amiga que piensa por las dos. Mi padre ha convencido a mi madre, el otro día salieron y convenció a los tuyos.
-¿¡Y por qué no me has dicho nada hasta ahora!? -Se encogió de hombros.
-Sorpresa. -dijo Andrea.

Mi cerebro pasó el resto del día dividido entre lo bueno y lo malo. Aunque me comía por dentro las palabras de Iván, me era inevitable no pensar en la posibilidades de llevar a cabo el plan navideño de Andrea. La nieve, una chimenea encendida, música, amigos, Lucas, Lucas otra vez, Lucas de nuevo... Lucas el que sabe no sé qué sobre Helena que yo no sé... El simple echo de que alguien me estubiese ocultando algo me alejaba de todo pensamiento amigable. Y así me lleve las últimas tres horas de un tema para otro.

Cuando iba a entrar en casa eran más de las tres porque estuve contándole a Andrea el encuentro con Iván. Mientras lo hacía me sentí incomoda, como si alguien nos escuchara. Comprobé si era mi hermano pero hacía rato que habrían empezado a comer. Metí la llave en la cancela y de pronto alguien me agarró por detrás. Contuve el aliento.

-Shh... No grites, voy a secuestrarte de todos modos. -susurró.
-Imbécil me has asustado. -dejé caer el peso del cuerpo de espaldas sobre él y eche la cabeza hacia atrás. Le sonreí y me dio un beso en la mejilla-¿Se os hundió el barco?
-¿Qué barco? -se quedó pensativo. -¡Ah ya! Que tonto soy, tanto estudiar... Bien bueno, no estuvo mal el tiempo. Por cierto... vi a Helena. No conocía a la gente con la que iba, creo que iba Iván...

Suspiré aliviada. Resuelta la tragedia, por una parte. No sabía aún por qué razón tanta reprimenda entre Lucas e Iván y esta tarde en el entrenamiento descubriría algo, como que me llamaba Celeste.

-Vente.
-¿Dónde? -le pregunté extrañada.
-Se me olvidó planificar esa parte del secuestro. Da igual, donde sea.
-Pues vas a tener que esperar. Tengo que entrar a casa y luego ten...
-No, no, no... Venga, por fa.
-Ah, ah... Luego te llamo.

Le besé rápido. Fui a entrar y vi que una carta asomaba del buzón. La sostuve y leí para quién era. Era para mi y la dirección, si no recordaba mal, de cierto barrio pijo.

-¿Qué es? -preguntó Lucas.
-Facturas. Bye, después te llamo.

martes, 2 de noviembre de 2010

Capítulo 19. Está cerrado, o eso creía yo.


Tonta, tonta, tonta. Tendría que haber aceptado la invitación al cine, eso me pasaba por no pensar bien las cosas. Porque debería de haber imaginado que algo así pasaría, esas puñeteras casualidades en las que piensas “Sí claro, eso solo pasa en las películas”. Pues nada, en mi película también tenía que pasar. Casualidades que no eran más que tonterías, pero, ¿Quién si no yo, para preocuparse por ellas?

Sorpresa, el DVD del salón no funcionaba. La solución hubiera sido fácil e incluso mejor que ver la película en el salón, si no fuese porque tenía un incordio de amiga que metía ideas raras en mi cabeza. Porque en otro momento me habría parecido genial estar solos en mi habitación, tirados en la cama, abrazados, acurrucados y viendo cualquier película. Pero ahora me había entrado la paranoia... ¿y si Lucas no quería ver una película? Pero Celeste, ¿no será lo mismo estar en un sofá que en una cama? No, no y no. La cama representa otra cosa, es como un símbolo de algo, una invitación a... ¿ver una peli? ¿jugar a las cartas? ¿ver dibujos animados protagonizados por inocentes ponis lilas con la crin multicolor? Puede que me estuviese volviendo muy mal pensada y paranoica...

Y después, otra pregunta sustancial, ¿Qué me pongo? Normalmente me solía gustar pensar en esa pregunta, pero el problema es que normalmente tiene respuesta, porque cada sitio y momento tiene un “algo que ponerse”: A la playa vas en bikini, al instituto en uniforme, a entrenar se va con ropa deportiva... pero cuando quedas por primera vez a ver una película en tu casa, mejor dicho en tu cama, con el novio con el que aún no llevas 24 horas saliendo, entonces, al menos yo, no sé que ponerme.

Además, no tenía ni idea de qué hora era ni de a qué hora habíamos quedado, y por ahora mi perfecto look era lo primero que pillé para estar cómoda mientras hacía palomitas, osea, un chaleco de hilo beig largo y holgado que hacía las veces de vestido. Más tarde me di cuenta de que ya hacía algo de frío y mis pies se estaban congelando, así que me puse unos calcetines camel, de hilo calado, por encima de las rodillas y lo mejor, con un lacito a los lados. Estaba muy muy... apta para darme palos. Esperaba que no fuese tarde para cambiarme.

Dejé la bolsa de palomitas dando vueltas dentro del microondas y me dispuse a subir a toda prisa las escaleras hacia mi cuarto. Pero no me dio tiempo de subir más de tres escalones cuando sonó el timbre de la puerta. Imaginé que sería una vecina o quizás se le olvidó algo a Lidia, que se fue a casa de la abuela a dormir ya que hacía bastante que no la veía.

Abrí la puerta y ¡tachán!

-¿¡Qué hora es!? -inquirí.
-Las nueve y cuarto. Lo sé, llego tarde, perdón. Por cierto, yo también me alegro de verte...
-Que no es eso, ¡es que creía que era más temprano! Ni siquiera me ha dado tiempo de cambiarme, mira las pintas que tengo... Bueno no, mejor no mires. -dije al tiempo que escondía el cuerpo tras la puerta.
-¿Qué pintas? Si estás muy sexy -rió. -¿Puedo pasar? -dijo alzando una mano llena de carátulas de DVD's.

Abrí la puerta del todo para que pudiese pasar y me dirigí a la cocina a sacar las palomitas. Por el camino me miré en el reflejo de la cristalera, ¿sexy? Más bien patética.
Vertí las palomitas en un bol de metal y puesto que Lucas no aparecía por la cocina, cojí coca-cola para los dos, sin preguntar que le apetecía. Debía de andar por el salón, porque escuche algo caer precisamente por allí. Grité su nombre extrañada, pero no contestaba, así que fui hasta donde estaba, intentando no caer el bol y los refrescos.
-¿Qué haces? -pregunté. Estaba de rodillas en la alfombra, pulsando frenético los botones del reproductor de DVD. Se volvió a mirarme, rascándose la nuca con cara de: A sido sin querer.
-Se me ha caido y me parece que no funciona... ¿He sido yo? -¿En serio no funciona? Vaya, no me lo termino de creer.
-Sí, Steve Urkel. Has sido tú. -le respondí con cara de enfado. -Joder, me van a matar. ¡Mis padres me van a matar!
    -Lo siento, lo siento. ¡Mañana mismo te compro otro! -dijo con cara de preocupación.
    -¿Dónde? Ese no lo hay en ningún lado, ¡es una herencia de mi bisabuela! -le acusé intentando aguantar la risa. -Le tengo un cariño especial, es lo único que nos queda de ella, bueno, quedaba...-dramaticé.
    -Alguno más tuvieron que fabricar, ¿de qué época es?-Se preguntó no muy seguro de la respuesta, algo no le cuadraba. -Además es un DVD, ¡no puede ser tan antiguo! -pareció centrarse en sus cavilaciones un momento. -¿Tu bisabuela os dejó un DVD de herencia? -comencé a reirme.
-¡No me puedo creer que te hayas preguntado de qué época es un DVD! Pensaba que eras más listo Lucas. -seguí riendo.
-¡Yo que se! Te parecerá bonito quedarte conmigo.
-Yo diría divertido. Aparte veremos la peli en mi cuarto, me di cuenta de no funcionaba esta tarde, no has sido tú. -me miró de reojo fingiendo molestia.- Oye Lucas... -dije acercándome a él y jugando con mi pelo. Me agarró por la cintura, alzando las cejas. -Normalmente creo que mis bromas son mejores, esta era muy mala, ¿cómo demonios te la has creído? -negué con la cabeza riendo. -Vale, es una pregunta retórica, no hace falta que contestes.
-No tienes remedio, ¿verdad? -suspiró. Negué con la cabeza.

Sonrió y me besó. ¿Por qué no ha echo esto antes? No hay nada mejor que hacer. Supongo que vino para algo más, huele a palomitas. Sí, ver una película eso es lo que íbamos a hacer, pero da igual.

-¿No quieres ver el mini videoclub a domicilio que te he traído?

Pensé en contestar que no, que me daban igual todas las películas que trajese si nos estábamos besando ahora. Pero me sonaba grosero.

-He decidido apostar sobre seguro. -estiró el brazo para alcanzar las carátulas.
-¿Titánic? -pregunté.
-No, hubiera sido demasiado obvio. Mira, todo un arsenal de princesas Disney, Barbie, Brats, ositos amorosos, ponys... -Empezó a reírse. Abrí las carátulas pensando que sería una broma. Hubiese preferido Titanic, para qué engañarnos. Solo le falta Hanna Montana, no te jode. Pero un último rayo de esperanza cruzó el horizonte. -¿Has elegido? Piensa que esto es más tortura para mí que para ti, espero que elijas una Disney, moriré de todas maneras, pero será una muerte menos dolora.
-Que idiota eres. Te has querido hacer el gracioso, pues ahora te aguantas. ¡Esta!
-Si lo haces por mi puedes elegir cualquier otra eh. -Negué firmemente. -¿Me he pasado toda la tarde buscando ñoñerías para ver El rey león?
-Ya te lo he dicho, eres tonto.

Desde el momento en que Lucas sacó el mando de mi mesita de noche y le dió al play, el mundo pareció paralizarse. La mayor parte de la película transcurrió sin mucho sobresalto. El sobresalto que puede haber en una película Disney, vamos. Aunque creo que no disimulé muy bien alguna que otra lagrimilla, no por nada, pero la muerte de Mufasa es algo que me afecta desde siempre. Fue un duro golpe.
Y a parte de eso, alguna que otra broma, alguna que otra palomita volando, algunas que otras cosquillas, algún que otro beso... Y nada, nada más. Tan poco, que me estaba empezando a sentir como una idiota, por pensar cosas que Lucas querría algo que al parecer no quería. Y si lo quería lo disimulaba tan sumamente bien que llegaba a ser hasta un poco insultante. ¿Y si era realmente porque no le atraía nada? ¿Y si no hay física? O quizás parezca una niña tonta, que llora por el rey de la selva, comparada con las despampanantes barbies con las acostumbraba codearse... Dios mio, ¿Qué va a decir cuando se entere que soy virgen? Demasiadas preguntas, demasiadas.

Después de todo no sé porque me quejo, si llevaba toda la tarde preocupada justo por lo contrario. Pero no es como si a mi Lucas no me atrajese, claro que sí. Solo que aún era pronto. Aún. Pero quizás él ni siquiera pensaba en un “aún”, o no contaba con que yo no...

-¿En qué piensas? -susurró.
-En que la película ha terminado y llevamos un rato mirando la pantalla azul. -Era mejor que decir “en nada”, supongo.
-Pues yo estoy muy, pero que muy bien así. A decir verdad hace bastante que no miro la tele.
-¡Eh, no vale! Había que ver la peli.
-Si ya como tú. -me obligó a mirarle. -Es mucho más interesante mirarte, mientras disimulabas que la veías, e intentar descifrar qué misterioso pensamiento ronda tu cabeza, ya que no me lo quieres decir. -y sonrió. Si quería que hablara sería mejor que no lo hiciera, no imagino mortal que fuese capaz de hablar a cinco centímetros de su sonrisa. -¿Segura que no tienes nada que decirme?
-No. -contesté con pasividad. Suspiró, algo divertido.
-Está bien, pero que conste que tú me has obligado a decir esto. -Sonrió tranquilizarme al ver mi cara de no entender nada. -No hace falta que te diga que no vamos a hacer nada que no quieras, ¿verdad?

Confusión, shock, reacción, rabia. De un solo impulso me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta de la habitación.

-¡Ey, ey, ey...! -me agarró de la cintura por detrás. -¿Dónde vas?
-¡A guillotinar a Andrea! Se ha pasado, ¡no entiendo por qué tiene que hablarte de eso!
-¿Hablarme de qué? -preguntó confuso. -Celeste, ¿cómo voy ha hablar de eso con ella? -Aflojé el cuerpo para que me dejase volverme. Me encogí un poco de hombros, un simple gesto que explicaba un claro: explícame entonces a qué viene esto.
-Tu mesita de noche.
-¿Mi mesita de noche? Lucas deja de quedarte conmi... -Los preservativos de Andrea, pensé. -¡No son mios, son de Andrea!
-Si Gabriel no...
-Pues por eso mismo los dejó ahí. Cree que los voy a utilizar yo más que ella. -bufé. Pero en seguida noté como me ardían las mejillas. -Quiero decir que... yo... no...
-Lo sé, osea no lo sé. Bueno en realidad ahora oficialmente si que lo sé. Me refiero a que lo imaginaba. Pero no te lo tomes a mal, no es algo malo, es más, es bueno. -Fruncí el ceño. -A ver, me parece genial que lo hagas cuando estés preparada y con quien realmente quieras hacerlo, ¿de acuerdo? Ahora dime qué te sigue preocupando.
-Partiendo de la base de que supongo que tú no lo eres... -asintió. Balbuceé. Ya has empezado la pregunta Celeste, termínala. Suspiré. -Está bien. Llevo toda la tarde dándole vueltas a que quisieses hacer... algo, y sin embargo, no has intentado nada. Ningún indicio de nada.
-No. No empieces con la paranoia de la atracción. -Río.
-¡No te rías! 
-No me río de ti. Es que piensas demasiado. ¡Claro que quiero estar contigo! Pero cuando tú estés preparada, sólo eso. Aparte, cómo no me vas a gustar, mírate. Estás sexy y preciosa con esto, digas lo que digas.
-Vale. Al menos no hace falta Victoria's secret para contentarte... -Escondí la cabeza en su hombro. -¿podemos dejar ya este tema?
-Podemos hasta dejar de hablar.



Y gracias al beso volví a tener la mente en blanco, a sentirme segura de nuevo. Y así acabó la película, la conversación, y el cajón de la mesita cerrado con candado, metaforicamente hablando, claro. 

 

domingo, 17 de octubre de 2010

Capítulo 18. Temas de conversación.

Sara no quería que nadie se enterase  de sus hazañas nocturnas, debido a que como todos bien sabíamos, en Nagonia, nuestro precioso pueblo costero, los rumores volaban. Y que Federico, el sobreprotector hermano de Sara se enterase de lo que esta hacía sería una grave tragedia para ella.

Esta era la explicación de Lucas, la cual podría haberse ahorrado ciertos detalles como que una vez, el hermano se Sara los pilló en casa de ella casi en pleno tema, y esta tuvo que estar una larga temporada escapándose para poder ver la luz del sol. No quería saber cual era ese tema.

Ahora bien, por muy creíble que fuese la teoría de Lucas, yo lo que es creérmela pues no me la creía. Por su mal fingida tranquilidad, por la duda en sus ojos, porque evitaba encontrarse con los míos, porque no hacía falta irse a un lugar apartado para decir eso… Pero aun así, intentaría creérmelo, hacerme a la idea de que estaba creando una paranoia de esto yo sola y que quizás un par de besos para tranquilizarme sería mejor que darle tantas vueltas al tarro.

-          ¿Estás segura de que no dijeron nada más? –preguntó aun preocupado.

Y esta era otra de las razones que no me dejaban olvidar las dudas que me asaltaban en todo momento. ¿Qué se suponen que podrían haberme dicho para que le preocupase tanto?

Era raro por que notaba como él también dudaba de las posible cosas que yo no le habría contado sobre aquella extraña conversación, con una chica a la que siempre creí que pasaba desapercibida y era tímida, y ahora resultaba ser de lo más relevante. Pero no, no se lo había contado todo y no sabía por qué no nombré nada acerca de que es lo que se supone que debería callarse por su propio bien y por su ego.

De todas maneras era bastante fácil buscar el lado positivo de todo esto por muy insignificante que fuese, y es que Lucas estaba realmente mono con aquella mirada preocupada mientras buscaba mis respuestas, recostado sobre un árbol al que daba patadas mientras hablaba, para evadirse de tener que mirarme. Sí, estaba especialmente guapo, ¿pero y cuándo no lo estaba?

-          Lucas. –suspiré. –Ya te lo he dicho, nada más digno de mención. Deja ya de darle vueltas y no te preocupes más.  
-          No estoy preocupado por nada. –afirmó encogiéndose de hombros. Reí mientras me acercaba a él.
-          Mi novio no sabe mentir, ¡genial, te las voy a pillar todas! Ya que no estás nada preocupado, ¿para que hablar tan apartados? –Sonrió, enarcando las cejas como si se le hubiese ocurrido una brillante respuesta.
-          ¿Qué te hace pensar que te he traído aquí para hablar?

Y antes de que pudiese decir nada, ya me había estampado contra él, literalmente. Era una buena manera de perder la concentración porque se me olvidó por completo que iba a decir, ni siquiera estaba segura de si iba a decir algo. Aunque podía escuchar un molesto sonido proveniente del bolsillo de mi pantalón. Descolgué el móvil.

-          ¡En casa en 5 minutos que vamos a comer! –gritó mi madre destrozándome el tímpano.
-          Ya voy mamá.
-          Ya voy no, ¡ya! –Gritó de nuevo antes de colgar.

A saber porque estaba ahora de mal humor, seguro que se habría encontrado alguna barbaridad en algún examen y ya estaría pensando el curso que le esperaba en esa clase, o algo por el estilo. 

-          No se si tenerle más miedo como tu madre o como mi profesora de lengua. –dijo Lucas riendo.
-          Lo que se es que debería irme. –Lucas me dio la razón. –Aunque pensándolo mejor… por cinco minutos no creo que pase nada.



Me esperó una buena bronca al llegar a casa. Cuando mi madre llamó serían alrededor de las dos del mediodía y cuando llegué a casa, casi daban las tres. Pero ni las voces de mi madre, ni la reflexión en tono enfadado de mi padre sobre que hay que comer todos juntos, ni las risas de mi hermano, impidieron calmar mi buen humor.

Y no iba a consentir que una tontería como la de esta mañana con Sara, unas estúpidas palabras, estropeara lo más mínimo esta tonta alegría de la que Lucas también parecía estar contagiado. Así que, si tenía que saber algo me enteraría fácilmente si íbamos al equipo de Horquilia, lo cual era lo más probable.

De todas maneras no me sentía mal con él en ese sentido porque estaba claro que era un tema incómodo para él y sabiendo cosas de su pasado como la muerte de su hermano, me daba miedo hurgar sin querer en la herida.


A eso de las cinco llegaron los padres de Andrea a recogerla para llevársela a casa, ya que aun faltaba para que Lidia se marchase y decían que era demasiado abuso. Traían dulces como siempre que venían y se quedaron a merendar.

Los padres de Andrea eran la viva imagen de que los polos opuestos se atraen; ella, una prestigiosa abogada, morena de ojos oscuros, proveniente de una rica familia conservadora; él que siempre llevaba pintas de guiri, era un fracasado pintor que se fue de casa cuando era joven para perseguir su sueño en vez de ayudar en el negocio familiar, de la familia la cual no sabía desde hace años. Pero por muy diferente que fuesen siempre que los miraba me recordaba a dos adolescentes enamorados.

Estábamos sentados en el jardín tomando café, bueno, nosotras tomábamos unos frapuccinos que preparó mi prima ya que le salían deliciosos. Mis padres y Esther, la madre de Andrea, hablaban de la crisis, por no perder la costumbre. Nosotras mientras conversábamos con Luis, el padre de Andrea.

-          ¿Y como son los chicos? -nos preguntó interesado Luis.
-          Pues la verdad que son una panda pijos ricos. -dije yo riendo junto a Lidia.
-          Lucas es un pijo, Gabriel no. -quiso corregirme Andrea, seguro, que para contentar a su padre.
-          Cariño, he visto a el tal Gabriel, -hizo una pausa y me miró asintiendo. –es un pijo, pero no tiene nada de malo, yo me casé con tu madre. –Miró a su mujer de reojo, verificando que lo había oído y se sonrieron con complicidad. Entonces Luis se acerco más a su hija y susurró. –Espero que estés utilizando lo que te di.

María se acercó sigilosamente por detrás de Luis y este se sobresaltó al notar que todos habían escuchado lo que susurró a Andrea.

-          Por tu bien, espero que no le hayas dado preservativos a la niña. Los adolescentes ya están demasiado espabilados. 
-          ¿Los adolescentes? -intervino mi madre. –El viernes le quité a una niña de doce años una carta que estaba escribiendo en clase, le escribía a un tal “gordito mío” que tenía muchas ganas de que hicieran el amor. ¡Con doce años! -Todos la miramos con los ojos como platos. –No te preocupes María, se que nuestras hijas son responsables. 
-          Es bueno que sean maduras y responsables, pero preferiría que mi hija siguiese siendo mi niña, -dijo mi padre antes de mirar a Lidia. –y mi sobrina, mi sobrinita. 
-          Mario, ¡no seas antiguo! -dijo Luis a mi padre mientras el resto de nuestros padres reían. Nosotras por el contrario nos mirábamos unas a otras un tanto desconcertadas por el tema de conversación.
-          ¡No seas tu tan moderno! –le riño María. –Deja de incitar a la niña a hacer…
-          ¡Parad ya! –inquirimos nosotras, incómodas por el tema de conversación. Pero lejos de callarlos, rieron aun más. –Vamos arriba a recoger mis cosas.-dijo Andrea mirándonos a mi y a Lidia.


Las tres salimos literalmente corriendo del jardín dejando atrás las risas divertidas de nuestros padres. Siempre me había resultado muy divertida la actitud de Andrea frente a sus padres, siempre avergonzada. Entendía que se comportase así delante de su madre, que era posible que prefiriese que su hija llegase virgen al matrimonio pero no entendía el problema con su padre, al menos en este tema.


-          ¿Desde cuando te avergüenza a ti que tu padre te de… regalitos? –le pregunté mientras metía maquillaje en su neceser.
-          Mi padre cree que utilizo los regalitos. –suspiró. –Me encanta como es mi padre, pero a veces desearía que fuese un poco mas normal, ¿Qué padre se siente cómodo hablando sobre la vida sexual de su hija? Sabe que a mi no me importa, pero cuando es tan insistente es incómodo.  
-          Un momento, ¿no utilizas los regalitos? –le pregunté extrañada. –No contestes si te sientes incómoda de que me meta en tu vida sexual, todos sabemos lo que te avergüenza este tema. –ironicé riendo.
-          Idiota. –me dijo mientras se dirigía a mi mesita de noche y guardaba algo. –No, no utilizo los preservativos, para ti.
-          No creo que Celeste lo utilice más que tú, pero déjalos en la mesita de noche así están a mano. –río Lidia. –Anda cuéntanos que pasa.
-          Gabriel y yo nada de nada. –se sentó en mi cama y Lidia y yo la seguimos. –pero eso me da igual. El caso es que desde que lo hicimos la primera vez esta súper raro, y va de chulo putas, pero estoy segurísima de que era virgen.
-          ¿Y?
-          Creo que me tiene miedo y necesito saber que le pasa. –acto seguido me miró con carita angelical, pestañeando rápido.
-          ¡No, no y no! Sueña si piensas que voy a hablar sobre eso con Lucas que una cosa lleva a la otra y paso… ¡Que no, que no!
-          Anda Cele no seas mosquita muerta. –intervino Lidia.
-          Tu virginidad te va estar persiguiendo hasta que la pierdas de vista, o hasta que la pierdas simplemente. –Rieron al unísono. –Es broma, no hagas nada que no quieras hacer, déjaselo bien clarito a Lucas.


Mi móvil empezó a sonar, recorrí la habitación saltando los bártulos que Andrea aun tenía tirados por la habitación y alcancé el teléfono. Era Lucas.

-          ¿Te apetece ver una peli esta noche? –preguntó antes de que me diese tiempo a decir nada.
-          Claro, pero ¿por qué en vez de salir no vienes y la vemos en mi casa? Andrea se va hoy, mis padres salen a cenar con los suyos y ya me encargaré de echar a Lidia. Elige tú película.
-          ¿Solos? Suena mucho mejor que ir al cine. –río. – ¿A las nueve en tu casa?
-          A las nueve en mi casa. ¡Ciao! 

Cuando me quise dar cuenta, dos cotillas estaban pegadas a mi oreja.

-          Eso ha sonado a proposición indecente… -aseguró Andrea. –¡Es la ocasión perfecta para echarle un cable a tu amiguísima del alma! El destino lo ha querido así…
-          Vamos a ver una película, nada más. No vamos a hablar sobre nada de eso, ¿de acuerdo?

martes, 12 de octubre de 2010

Queridos lectores:

Esta entrada es para agradeceros a todos mis seguidores, a los que comentan y a los que simplemente se pasan por aquí y la leen.

Cuando empecé a escribir el blog creí que no tendría apenas a nadie y a día de hoy me llena de orgullo que me animen a seguir con la historia y me pidan el siguiente capítulo. PERDÓN, antes publicaba casi cada día, ahora hay veces que pasa una semana, pero cuando eso ocurre de verdad que es porque no tengo tiempo.

Por otro lado, quiero nombrar a cierta personita de metro ochenta que es la única que me conoce y tiene constancia de mi blog, la "Andrea" de la historia (solo que ella no es tan rapidita), mi mejor amiga. Larga, no esperarás que te diga que te quiero ¿verdad?

Y para terminar pero no por ello menos importante, quiero nombrar a una bloggera que creo que es especial, "Laura Lr" (en tuenti) cuyo blog es: www.escritoralauralozano.blogspot.com. La historia se titula Un erasmus para Laura.
El motivo de ponerla aquí es que la mayoría estamos empezando en este mundo de la escritura, y por muy buenos que creamos ser, ella tiene mucha más experiencia. Si leeis su historia estoy segura de que os dareis cuenta de la gran diferencia y mejoría que hay respecto a las nuestras (ojo, no estoy criticando ninguna, hay historias muy buenas). Así que os aconsejo que leais su historia y os deleiteis con ella.

Un beso.

sábado, 9 de octubre de 2010

Capítulo 17. Equipo.

-          ¿Vas a traerte todo el vestuario de Lucas? Lo digo por ir comprando un armario para su ropa…
-          ¡Mama deja la persiana bajada! –gruñí metiendo la cabeza bajo la almohada. Saqué un poco la cabeza y la miré de reojo. –Mamá, ¿me haces el favor de dejar la chaqueta de Lucas donde estaba? De paso también puedes dejar de husmear mi cuarto, a saber que estás buscando. ¿Dónde están Andrea y mi prima?
-          Lidia ha salido con un tal Aitor  y…
-          ¿Aitor? –yo creía que le gustaba Víctor…
-          Sí. Y Andrea ha ido a una reunión del equipo de Voley. Te lo ha estado diciendo esta mañana, pero creo que no le has echado demasiada cuenta. Como capitana del equipo que es ha citado textualmente: “Por favor Laura, dile a Celeste que se va a enterar en el próximo entrenamiento como no aparezca antes de las doce y media en el parque, que le van a llover balones del cielo y todos ellos con intenciones de desfigurarle el careto de babosa subnormal de la vida que tiene desde anoche.” Luego me pidió disculpas, creo que por lo de babosa subnormal, y se fue.

Mi madre dijo esto totalmente seria, tal y como se lo habría dicho Andrea, el equipo de Voley era lo único de lo que ella podría hablar seriamente.

Me levanté, eran las doce pero con suerte aun las encontraría en el parque. Arreglé mi habitación, desayune, recogí la cocina y me arreglé. Salí de casa, no sin antes enterarme que mi hermano me había cambiado el mote, ya no era un mono, era un oso perezoso, por dormir tanto después de estar con un chico. Dice que soy rarita, que todas las niñas de su clase van diciendo que si el nuevo niño guapo y mayor de segundo les besara no dormirían en toda noche. Aun debe estar disfrutando la colleja que le di antes de salir corriendo.

Iba mirándome las zapatillas blancas, un poco pisadas. No era necesario que mirase al frente porque mi cuerpo andaba casi solo de las veces que he hecho este mismo trayecto hacia el parque. Dentro de los tipos de acciones, estaría casi en el grupo de según el grado de consciencia y dentro de este de las acciones aprendidas… supongo. ¿Sería posible que fuera pensando en filosofía la mañana después de empezar con Lucas?

Pero yo no iba a ser la típica que se lleva todo el día pensando un chico, ¿no? Quizás lo habría sido hace unos años, cuando no sabía hablar de otra cosa que de un chico guapísimo que por aquel entonces tendría mi edad actual. Creía que se me iría la vida por él. Todas las chicas del instituto creíamos lo mismo y todas sobrevivimos. Bendito principio de revolución de hormonas, que tiempos aquellos. Quien le iba a decir a aquella niña tonta, simplemente, que Lucas existía.

Mientras volvía una esquina por la que ya se veía el parque, me di cuenta de que iba sonriendo sola por la calle, con la cara de babosa subnormal que me había descrito Andrea, la cual ya veía tirada en el césped con el resto del equipo. Iba a cruzar la carretera pero alguien me agarro de un brazo, y me obligo a volver la esquina por la que acababa de pasar. Mi mente ilusa rápidamente pensó en una persona, Lucas, así que sonreí aun más.

La sonrisa no me duro más de una milésima de segundo puesto que era Sara.

-          No le digas a nadie que me viste anoche.

Iba a contestarle, pero sus pintas me dejaron un poco paralizada. La melena rubia de bote la llevaba totalmente despeinada y enredada, el maquillaje corrido, unas ojeras impresionantes y los ojos hinchados. El mismo vestido azul que llevaba anoche estaba arrugado y tenía la cremallera algo descosida. Los zapatos de tacón habían sido sustituidos por unas chanclas de playa que se notaban que no eran suyas puesto que le quedaban enormes. No tenía pintas de haber pasado una mala noche más bien de pegarse el fiestón de su vida.

Y mientras yo la observaba descaradamente de arriba abajo ella miraba de vez en cuando incómoda un coche aparcado a nuestro a lado. El coche con el que casi nos chocamos.

-          Mira bonita no tengo todo el tiempo del mundo para que reacciones ¿vale?
-          ¿Qué? –le respondí.
-          ¡Que no le digas a nadie que nos viste anoche, joder!
-          Como si no tuviese nada mejor que hacer. –mentí. Estaba deseando llegar al parque para contárselo a Andrea. –¿también vas a ir a suplicarle a Lucas o que?

Entonces su postura cambio y  oculto su incomodidad. Era como si hubiésemos cambiado de conversación sin yo darme cuenta. Yo había intentado confundirla con Lucas, pero parecía un terreno mucho más seguro para ella. Ahora Sara sabía de que hablaba y yo me había perdido intentando descifrar la sonrisa de bruja maléfica que dibujo en su rostro.

-          Te aseguro que Lucas no dirá nada, le conozco muy bien.
-          Pues no creo que el tenga motivo para hacer nada por ti, ¿tu crees que si? –logré que esto le molestara, por un miserable segundo. Su seguridad volvió al instante.
-          Te cedo eso, no lo hará por mí. Pero por muy bueno que creas tú que es, estoy segura de que aun conserva un mínimo de ego. Lo hará por él.
-          ¡Sara! ¿todo resuelto? –Ambas miramos donde se encontraba el coche de antes, la puerta del copiloto estaba abierta y el chico moreno que anoche se encontraba tan ebrio, estaba allí, con peores pintas que Sara, si cabe.
-          Sí Carlos. –le respondió ella.

Y sin decir una palabra más ambos montaron en el coche. Les veía marcharse a lo lejos mientras yo seguía plantada en el mismo lugar. Escuche que alguien se acercaba por atrás, di media vuelta y me encontré con Andrea.


-          ¿Qué hablabas con el pajarraco ese? –me preguntó.
-          Nada. –menudo respuesta convincente.
-          Te he estado viendo todo el tiempo y no parecíais hablar sobrenada. –al ver que yo no respondía dijo. –y tu cara corrobora que algo pasa. Me reí ocultando la supuesta cara.
-          Pásame lo que sea que estas fumando, te hace flipar y tus ojos no lo notan.
-          Odio que sepas mentir, ¡no se cuando lo haces y cuando no! Y por cierto, tienes que contarme que pasó anoche, -iba hablando cada vez más rápido, señal de que iba para largo así que comencé a caminar hacia el parque. - dónde te llevo, qué te dijo, qué le dijiste, qué hicisteis… ¿Estáis saliendo verdad? ¡Se nota en tu cara! No sabes cuanto me alegro, ¡Ey! No me dejes con la palabra en la boca, ¡espérame!


Estábamos en el parque todas hablando y opinando sobre algo aparentemente muy importante. Bueno, en realidad todas lo hacían menos yo que estaba completamente ausente y no tenía ni idea de cual era el tema de conversación. De todas maneras mi opinión no parecía demasiado relevante ya que llevaba así veinte minutos y nadie puso objeción alguna. Me odiaba por estar así.

Anoche me prometí a mi misma que no haría caso a ningún comentario más y además de no cumplir esto, estoy participando en este juego. En cualquier situación que se me ocurra le habría contado esto a Andrea y sin embargo se lo ocultaba. Lo más frustrante es que no sabía por qué y aun así veía la necesidad de encubrir algo, algo malo.

-          ¿Te parece bien Celeste? –escuché decir a Cassandra.
-          Si, claro. –contesté indiferente.
-          Como va a decir que no si sabe de sobra que no va a chupar banquillo como otras. –dijo molesta Raquel, una de las chicas del equipo morena, alta y un poco inmadura.
-          ¿Y desde cuando chupas tu banquillo? ¿Hemos cambiado de equipo y no me he enterado?
-          Lucas ha hecho estragos en ti, estas atontada. ¡Despierta, llevamos todo el tiempo hablando sobre eso! –saltó Andrea, callando a otra de las chicas que pregunto con voz apenada si Lucas tenía novia.
-          ¿Sobre chupar banquillo? –pregunté extrañada. Todas entornaron los ojos, algunas hasta un poco asqueadas, entre ellas la chica de la voz apenada.
-          No, sobre cambiarnos de equipo. No tenemos donde entrenar ni jugar, van a hacer otro campo de fútbol y no te pongas a defender el fútbol porque suficientes campos hay ya aquí.
-          ¿Y cual es el plan? –pregunté.
-          Al equipo de Horquilia le han cortado el rollo y necesitan jugadoras en condiciones.
-          Di las cosas como son Cassandra. –comenzó a decir Raquel. –El entrenador ha dicho jugadoras como tú, Celeste y Andrea, las demás son para rellenar. No me parece justo que vaya celeste siendo yo mucho más alta que ella. –me lanzó una mirada asesina, como si yo tuviese la culpa de algo de lo que ni siquiera me estaba enterando bien.
-          Bonita, ¿no te han dicho nunca que el tamaño no importa? Quieren a ella y no a ti. Ve y demuestra que sabes jugar. Celeste, ¿quieres ir?


Mi primer pensamiento fue que no. Pero no me precipité y empecé a sopesar la opción de que fuese una buena idea. Necesitaba cambiar un poco de aires y dentro de una semana ya estaría aburrida de este parque y de la misma gente como todos los años. Así podría conocer a gente nueva, entre tanto snob debía de haber alguien que mereciese la pena. Aparte, Lucas había vivido ahí toda su vida, pensé que sería una buena forma de acercarme más a él.

Sin más, acepté. Poco a poco todas empezaron a irse, sin saber yo muy bien que exactamente había quedado en claro. Cuando solo estábamos Andrea y yo le conté la pasada noche. Por un momento sopesé la posibilidad de contarle la parte del casi accidente pero al final no lo hice. Y mientras ella me decía que Lucas era un cursi, alguien a mis espaldas me tapó los ojos.

Me sonrojé al pensar que habría escuchado mi conversación con Andrea, empecé a temblar por verle y mi corazón iba a estallar. Tampoco pude evitar sonreír como una pava.

-          ¡Lucas que se que eres tu! Hombres, que predecible sois. –ante mi comentario multitud de voces empezaron a carcajearse al unísono.

Las manos desaparecieron devolviéndome la visión. Volteé a ver cual era el motivo de las risas y cual fue mi vergonzosa sorpresa, que las manos no eran de Lucas, eran de mi prima Lidia. Gabriel se reía por lo bajo mientras abrazaba a Andrea que casi lloraba de la risa. Ella no se reiría de una broma tan simple, era peor, estaba segurísima de que se reía de mi cara. Aitor y Víctor se estaban metiendo conmigo y Lucas, se limitaba a sonreír.

-          Lo sabías. –le recriminé.
-          Ey –se acercó y se sentó a mi lado. –yo también he salido perjudicado, me he apostado diez euros a que no me nombrarías. Te prometo que si hubiese sabido que se reirían de ti no lo habría echo. Aunque no te niego que ha estado bien perder la apuesta. No ha sido con mala intención en serio solo…
-          ¡Lucas, Lucas, Lucas! –me reí. – que no estoy enfadada idiota. El día que eso ocurra no te cabrá duda de que lo estoy. Oye y, ¿quien te pensabas que yo creería que era?
-          Tú prima, por ejemplo. –se encogió de hombros –No sabía si tenías cosas mejores que hacer que pensar en mi, yo desde luego no las he tenido.
-          Pues si lleva toda la mañana ausente y no es por ti, ya me dirás tú que es. –intervino Andrea.
-          Cállate. –le dije al tiempo que me acercaba a Lucas y le besaba. Al separarnos le dije – ¿podemos hablar?
-          Claro. ¿Qué pasa?
-          A solas. –asintió extrañado mientras se incorporaba y me daba la mano para ayudarme a levantarme. –Sara ha hablado conmigo esta mañana y venía con el chico de anoche un tal…
-          ¿Carlos? Si, mejor hablamos esto a solas.  

domingo, 3 de octubre de 2010

Thank!

Bueno, cambio el color de mis comunes letras rosas, por que esto no es un capitulo.
Quiero agradecerle a Bea que me haya tenido en cuenta para esto de los premios y antes que nada dejar sus blogs, ¡que son fantásticos!

www.lavida-cambia.blogspot.com 
www.entrelassombras-bea.blogspot.com

Bueno, también quiero darte las gracias porque me sigues casi desde el principio y créeme, no sabes cuanto agradezco tus comentarios :) 

   

Normas: Crea un post en tu blog, copia la imagen y las preguntas. No olvides mencionar quién te ha taggeado. Luego respóndelas y finalmente taggea a 3 bloggeras.
Gracias a Grace por tomarme encuenta para este premio.


Preguntas:

1. ¿Por qué te creaste el blog?
Desde pequeña me ha gustado leer y escribir, pero hacía mucho que no escribía. Aun así, todos los días creaba mil historias en mi mente y un día, descubrí todo este mundo de los blogs y dije, ¿por qué no?

2. ¿Qué tipos de blogs sigues?
Historias románticas, blogs de recomendaciones literarias... ah! y de moda.

3. ¿Tienes alguna marca preferida de maquillaje?
Casi todo lo que tengo es de Avon, pero mi "pieza" favorita, en un lápiz de ojos azul de Bourjois. 



4. ¿Y de ropa?
Dentro de mis posibilidades, Zara, Pull and Bear, Stradivarius, (lo que viene siendo el imperio Inditex! xD). Si mi presupuesto fuera mayor y viviese en una ciudad más grande... otro gallo cantaría! jaja 



5. ¿Tu producto de maquillaje imprescindible?
Colorete.
6. ¿Tu color favorito?
Rosa palo y verde pistacho :P

7. ¿Tu perfume?
Pues nunca he tenido uno favorito, pero hace unos días compré "Si Lolita" de Lolita Lempicka, porque me enamoré de él! 

8. ¿La película que más te ha gustado?
Difícil elección, pero "Un paseo para recordar" me caló, no paré de llorar en... horas! jaja

9. ¿Qué ciudades te gustaría conocer y por qué?.
Quiero ir a Paris, a Roma, a Amsterdan, a Atenas, a Venecia... Y a NUEVA YORK, pero es más que querer ir, es desesperación por ir a Nueva York. xD



10. ¿Cuáles son tus géneros literarios favoritos?
Soy una romántica empedernida.

Entrego el premio a: