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domingo, 17 de octubre de 2010

Capítulo 18. Temas de conversación.

Sara no quería que nadie se enterase  de sus hazañas nocturnas, debido a que como todos bien sabíamos, en Nagonia, nuestro precioso pueblo costero, los rumores volaban. Y que Federico, el sobreprotector hermano de Sara se enterase de lo que esta hacía sería una grave tragedia para ella.

Esta era la explicación de Lucas, la cual podría haberse ahorrado ciertos detalles como que una vez, el hermano se Sara los pilló en casa de ella casi en pleno tema, y esta tuvo que estar una larga temporada escapándose para poder ver la luz del sol. No quería saber cual era ese tema.

Ahora bien, por muy creíble que fuese la teoría de Lucas, yo lo que es creérmela pues no me la creía. Por su mal fingida tranquilidad, por la duda en sus ojos, porque evitaba encontrarse con los míos, porque no hacía falta irse a un lugar apartado para decir eso… Pero aun así, intentaría creérmelo, hacerme a la idea de que estaba creando una paranoia de esto yo sola y que quizás un par de besos para tranquilizarme sería mejor que darle tantas vueltas al tarro.

-          ¿Estás segura de que no dijeron nada más? –preguntó aun preocupado.

Y esta era otra de las razones que no me dejaban olvidar las dudas que me asaltaban en todo momento. ¿Qué se suponen que podrían haberme dicho para que le preocupase tanto?

Era raro por que notaba como él también dudaba de las posible cosas que yo no le habría contado sobre aquella extraña conversación, con una chica a la que siempre creí que pasaba desapercibida y era tímida, y ahora resultaba ser de lo más relevante. Pero no, no se lo había contado todo y no sabía por qué no nombré nada acerca de que es lo que se supone que debería callarse por su propio bien y por su ego.

De todas maneras era bastante fácil buscar el lado positivo de todo esto por muy insignificante que fuese, y es que Lucas estaba realmente mono con aquella mirada preocupada mientras buscaba mis respuestas, recostado sobre un árbol al que daba patadas mientras hablaba, para evadirse de tener que mirarme. Sí, estaba especialmente guapo, ¿pero y cuándo no lo estaba?

-          Lucas. –suspiré. –Ya te lo he dicho, nada más digno de mención. Deja ya de darle vueltas y no te preocupes más.  
-          No estoy preocupado por nada. –afirmó encogiéndose de hombros. Reí mientras me acercaba a él.
-          Mi novio no sabe mentir, ¡genial, te las voy a pillar todas! Ya que no estás nada preocupado, ¿para que hablar tan apartados? –Sonrió, enarcando las cejas como si se le hubiese ocurrido una brillante respuesta.
-          ¿Qué te hace pensar que te he traído aquí para hablar?

Y antes de que pudiese decir nada, ya me había estampado contra él, literalmente. Era una buena manera de perder la concentración porque se me olvidó por completo que iba a decir, ni siquiera estaba segura de si iba a decir algo. Aunque podía escuchar un molesto sonido proveniente del bolsillo de mi pantalón. Descolgué el móvil.

-          ¡En casa en 5 minutos que vamos a comer! –gritó mi madre destrozándome el tímpano.
-          Ya voy mamá.
-          Ya voy no, ¡ya! –Gritó de nuevo antes de colgar.

A saber porque estaba ahora de mal humor, seguro que se habría encontrado alguna barbaridad en algún examen y ya estaría pensando el curso que le esperaba en esa clase, o algo por el estilo. 

-          No se si tenerle más miedo como tu madre o como mi profesora de lengua. –dijo Lucas riendo.
-          Lo que se es que debería irme. –Lucas me dio la razón. –Aunque pensándolo mejor… por cinco minutos no creo que pase nada.



Me esperó una buena bronca al llegar a casa. Cuando mi madre llamó serían alrededor de las dos del mediodía y cuando llegué a casa, casi daban las tres. Pero ni las voces de mi madre, ni la reflexión en tono enfadado de mi padre sobre que hay que comer todos juntos, ni las risas de mi hermano, impidieron calmar mi buen humor.

Y no iba a consentir que una tontería como la de esta mañana con Sara, unas estúpidas palabras, estropeara lo más mínimo esta tonta alegría de la que Lucas también parecía estar contagiado. Así que, si tenía que saber algo me enteraría fácilmente si íbamos al equipo de Horquilia, lo cual era lo más probable.

De todas maneras no me sentía mal con él en ese sentido porque estaba claro que era un tema incómodo para él y sabiendo cosas de su pasado como la muerte de su hermano, me daba miedo hurgar sin querer en la herida.


A eso de las cinco llegaron los padres de Andrea a recogerla para llevársela a casa, ya que aun faltaba para que Lidia se marchase y decían que era demasiado abuso. Traían dulces como siempre que venían y se quedaron a merendar.

Los padres de Andrea eran la viva imagen de que los polos opuestos se atraen; ella, una prestigiosa abogada, morena de ojos oscuros, proveniente de una rica familia conservadora; él que siempre llevaba pintas de guiri, era un fracasado pintor que se fue de casa cuando era joven para perseguir su sueño en vez de ayudar en el negocio familiar, de la familia la cual no sabía desde hace años. Pero por muy diferente que fuesen siempre que los miraba me recordaba a dos adolescentes enamorados.

Estábamos sentados en el jardín tomando café, bueno, nosotras tomábamos unos frapuccinos que preparó mi prima ya que le salían deliciosos. Mis padres y Esther, la madre de Andrea, hablaban de la crisis, por no perder la costumbre. Nosotras mientras conversábamos con Luis, el padre de Andrea.

-          ¿Y como son los chicos? -nos preguntó interesado Luis.
-          Pues la verdad que son una panda pijos ricos. -dije yo riendo junto a Lidia.
-          Lucas es un pijo, Gabriel no. -quiso corregirme Andrea, seguro, que para contentar a su padre.
-          Cariño, he visto a el tal Gabriel, -hizo una pausa y me miró asintiendo. –es un pijo, pero no tiene nada de malo, yo me casé con tu madre. –Miró a su mujer de reojo, verificando que lo había oído y se sonrieron con complicidad. Entonces Luis se acerco más a su hija y susurró. –Espero que estés utilizando lo que te di.

María se acercó sigilosamente por detrás de Luis y este se sobresaltó al notar que todos habían escuchado lo que susurró a Andrea.

-          Por tu bien, espero que no le hayas dado preservativos a la niña. Los adolescentes ya están demasiado espabilados. 
-          ¿Los adolescentes? -intervino mi madre. –El viernes le quité a una niña de doce años una carta que estaba escribiendo en clase, le escribía a un tal “gordito mío” que tenía muchas ganas de que hicieran el amor. ¡Con doce años! -Todos la miramos con los ojos como platos. –No te preocupes María, se que nuestras hijas son responsables. 
-          Es bueno que sean maduras y responsables, pero preferiría que mi hija siguiese siendo mi niña, -dijo mi padre antes de mirar a Lidia. –y mi sobrina, mi sobrinita. 
-          Mario, ¡no seas antiguo! -dijo Luis a mi padre mientras el resto de nuestros padres reían. Nosotras por el contrario nos mirábamos unas a otras un tanto desconcertadas por el tema de conversación.
-          ¡No seas tu tan moderno! –le riño María. –Deja de incitar a la niña a hacer…
-          ¡Parad ya! –inquirimos nosotras, incómodas por el tema de conversación. Pero lejos de callarlos, rieron aun más. –Vamos arriba a recoger mis cosas.-dijo Andrea mirándonos a mi y a Lidia.


Las tres salimos literalmente corriendo del jardín dejando atrás las risas divertidas de nuestros padres. Siempre me había resultado muy divertida la actitud de Andrea frente a sus padres, siempre avergonzada. Entendía que se comportase así delante de su madre, que era posible que prefiriese que su hija llegase virgen al matrimonio pero no entendía el problema con su padre, al menos en este tema.


-          ¿Desde cuando te avergüenza a ti que tu padre te de… regalitos? –le pregunté mientras metía maquillaje en su neceser.
-          Mi padre cree que utilizo los regalitos. –suspiró. –Me encanta como es mi padre, pero a veces desearía que fuese un poco mas normal, ¿Qué padre se siente cómodo hablando sobre la vida sexual de su hija? Sabe que a mi no me importa, pero cuando es tan insistente es incómodo.  
-          Un momento, ¿no utilizas los regalitos? –le pregunté extrañada. –No contestes si te sientes incómoda de que me meta en tu vida sexual, todos sabemos lo que te avergüenza este tema. –ironicé riendo.
-          Idiota. –me dijo mientras se dirigía a mi mesita de noche y guardaba algo. –No, no utilizo los preservativos, para ti.
-          No creo que Celeste lo utilice más que tú, pero déjalos en la mesita de noche así están a mano. –río Lidia. –Anda cuéntanos que pasa.
-          Gabriel y yo nada de nada. –se sentó en mi cama y Lidia y yo la seguimos. –pero eso me da igual. El caso es que desde que lo hicimos la primera vez esta súper raro, y va de chulo putas, pero estoy segurísima de que era virgen.
-          ¿Y?
-          Creo que me tiene miedo y necesito saber que le pasa. –acto seguido me miró con carita angelical, pestañeando rápido.
-          ¡No, no y no! Sueña si piensas que voy a hablar sobre eso con Lucas que una cosa lleva a la otra y paso… ¡Que no, que no!
-          Anda Cele no seas mosquita muerta. –intervino Lidia.
-          Tu virginidad te va estar persiguiendo hasta que la pierdas de vista, o hasta que la pierdas simplemente. –Rieron al unísono. –Es broma, no hagas nada que no quieras hacer, déjaselo bien clarito a Lucas.


Mi móvil empezó a sonar, recorrí la habitación saltando los bártulos que Andrea aun tenía tirados por la habitación y alcancé el teléfono. Era Lucas.

-          ¿Te apetece ver una peli esta noche? –preguntó antes de que me diese tiempo a decir nada.
-          Claro, pero ¿por qué en vez de salir no vienes y la vemos en mi casa? Andrea se va hoy, mis padres salen a cenar con los suyos y ya me encargaré de echar a Lidia. Elige tú película.
-          ¿Solos? Suena mucho mejor que ir al cine. –río. – ¿A las nueve en tu casa?
-          A las nueve en mi casa. ¡Ciao! 

Cuando me quise dar cuenta, dos cotillas estaban pegadas a mi oreja.

-          Eso ha sonado a proposición indecente… -aseguró Andrea. –¡Es la ocasión perfecta para echarle un cable a tu amiguísima del alma! El destino lo ha querido así…
-          Vamos a ver una película, nada más. No vamos a hablar sobre nada de eso, ¿de acuerdo?

martes, 12 de octubre de 2010

Queridos lectores:

Esta entrada es para agradeceros a todos mis seguidores, a los que comentan y a los que simplemente se pasan por aquí y la leen.

Cuando empecé a escribir el blog creí que no tendría apenas a nadie y a día de hoy me llena de orgullo que me animen a seguir con la historia y me pidan el siguiente capítulo. PERDÓN, antes publicaba casi cada día, ahora hay veces que pasa una semana, pero cuando eso ocurre de verdad que es porque no tengo tiempo.

Por otro lado, quiero nombrar a cierta personita de metro ochenta que es la única que me conoce y tiene constancia de mi blog, la "Andrea" de la historia (solo que ella no es tan rapidita), mi mejor amiga. Larga, no esperarás que te diga que te quiero ¿verdad?

Y para terminar pero no por ello menos importante, quiero nombrar a una bloggera que creo que es especial, "Laura Lr" (en tuenti) cuyo blog es: www.escritoralauralozano.blogspot.com. La historia se titula Un erasmus para Laura.
El motivo de ponerla aquí es que la mayoría estamos empezando en este mundo de la escritura, y por muy buenos que creamos ser, ella tiene mucha más experiencia. Si leeis su historia estoy segura de que os dareis cuenta de la gran diferencia y mejoría que hay respecto a las nuestras (ojo, no estoy criticando ninguna, hay historias muy buenas). Así que os aconsejo que leais su historia y os deleiteis con ella.

Un beso.

sábado, 9 de octubre de 2010

Capítulo 17. Equipo.

-          ¿Vas a traerte todo el vestuario de Lucas? Lo digo por ir comprando un armario para su ropa…
-          ¡Mama deja la persiana bajada! –gruñí metiendo la cabeza bajo la almohada. Saqué un poco la cabeza y la miré de reojo. –Mamá, ¿me haces el favor de dejar la chaqueta de Lucas donde estaba? De paso también puedes dejar de husmear mi cuarto, a saber que estás buscando. ¿Dónde están Andrea y mi prima?
-          Lidia ha salido con un tal Aitor  y…
-          ¿Aitor? –yo creía que le gustaba Víctor…
-          Sí. Y Andrea ha ido a una reunión del equipo de Voley. Te lo ha estado diciendo esta mañana, pero creo que no le has echado demasiada cuenta. Como capitana del equipo que es ha citado textualmente: “Por favor Laura, dile a Celeste que se va a enterar en el próximo entrenamiento como no aparezca antes de las doce y media en el parque, que le van a llover balones del cielo y todos ellos con intenciones de desfigurarle el careto de babosa subnormal de la vida que tiene desde anoche.” Luego me pidió disculpas, creo que por lo de babosa subnormal, y se fue.

Mi madre dijo esto totalmente seria, tal y como se lo habría dicho Andrea, el equipo de Voley era lo único de lo que ella podría hablar seriamente.

Me levanté, eran las doce pero con suerte aun las encontraría en el parque. Arreglé mi habitación, desayune, recogí la cocina y me arreglé. Salí de casa, no sin antes enterarme que mi hermano me había cambiado el mote, ya no era un mono, era un oso perezoso, por dormir tanto después de estar con un chico. Dice que soy rarita, que todas las niñas de su clase van diciendo que si el nuevo niño guapo y mayor de segundo les besara no dormirían en toda noche. Aun debe estar disfrutando la colleja que le di antes de salir corriendo.

Iba mirándome las zapatillas blancas, un poco pisadas. No era necesario que mirase al frente porque mi cuerpo andaba casi solo de las veces que he hecho este mismo trayecto hacia el parque. Dentro de los tipos de acciones, estaría casi en el grupo de según el grado de consciencia y dentro de este de las acciones aprendidas… supongo. ¿Sería posible que fuera pensando en filosofía la mañana después de empezar con Lucas?

Pero yo no iba a ser la típica que se lleva todo el día pensando un chico, ¿no? Quizás lo habría sido hace unos años, cuando no sabía hablar de otra cosa que de un chico guapísimo que por aquel entonces tendría mi edad actual. Creía que se me iría la vida por él. Todas las chicas del instituto creíamos lo mismo y todas sobrevivimos. Bendito principio de revolución de hormonas, que tiempos aquellos. Quien le iba a decir a aquella niña tonta, simplemente, que Lucas existía.

Mientras volvía una esquina por la que ya se veía el parque, me di cuenta de que iba sonriendo sola por la calle, con la cara de babosa subnormal que me había descrito Andrea, la cual ya veía tirada en el césped con el resto del equipo. Iba a cruzar la carretera pero alguien me agarro de un brazo, y me obligo a volver la esquina por la que acababa de pasar. Mi mente ilusa rápidamente pensó en una persona, Lucas, así que sonreí aun más.

La sonrisa no me duro más de una milésima de segundo puesto que era Sara.

-          No le digas a nadie que me viste anoche.

Iba a contestarle, pero sus pintas me dejaron un poco paralizada. La melena rubia de bote la llevaba totalmente despeinada y enredada, el maquillaje corrido, unas ojeras impresionantes y los ojos hinchados. El mismo vestido azul que llevaba anoche estaba arrugado y tenía la cremallera algo descosida. Los zapatos de tacón habían sido sustituidos por unas chanclas de playa que se notaban que no eran suyas puesto que le quedaban enormes. No tenía pintas de haber pasado una mala noche más bien de pegarse el fiestón de su vida.

Y mientras yo la observaba descaradamente de arriba abajo ella miraba de vez en cuando incómoda un coche aparcado a nuestro a lado. El coche con el que casi nos chocamos.

-          Mira bonita no tengo todo el tiempo del mundo para que reacciones ¿vale?
-          ¿Qué? –le respondí.
-          ¡Que no le digas a nadie que nos viste anoche, joder!
-          Como si no tuviese nada mejor que hacer. –mentí. Estaba deseando llegar al parque para contárselo a Andrea. –¿también vas a ir a suplicarle a Lucas o que?

Entonces su postura cambio y  oculto su incomodidad. Era como si hubiésemos cambiado de conversación sin yo darme cuenta. Yo había intentado confundirla con Lucas, pero parecía un terreno mucho más seguro para ella. Ahora Sara sabía de que hablaba y yo me había perdido intentando descifrar la sonrisa de bruja maléfica que dibujo en su rostro.

-          Te aseguro que Lucas no dirá nada, le conozco muy bien.
-          Pues no creo que el tenga motivo para hacer nada por ti, ¿tu crees que si? –logré que esto le molestara, por un miserable segundo. Su seguridad volvió al instante.
-          Te cedo eso, no lo hará por mí. Pero por muy bueno que creas tú que es, estoy segura de que aun conserva un mínimo de ego. Lo hará por él.
-          ¡Sara! ¿todo resuelto? –Ambas miramos donde se encontraba el coche de antes, la puerta del copiloto estaba abierta y el chico moreno que anoche se encontraba tan ebrio, estaba allí, con peores pintas que Sara, si cabe.
-          Sí Carlos. –le respondió ella.

Y sin decir una palabra más ambos montaron en el coche. Les veía marcharse a lo lejos mientras yo seguía plantada en el mismo lugar. Escuche que alguien se acercaba por atrás, di media vuelta y me encontré con Andrea.


-          ¿Qué hablabas con el pajarraco ese? –me preguntó.
-          Nada. –menudo respuesta convincente.
-          Te he estado viendo todo el tiempo y no parecíais hablar sobrenada. –al ver que yo no respondía dijo. –y tu cara corrobora que algo pasa. Me reí ocultando la supuesta cara.
-          Pásame lo que sea que estas fumando, te hace flipar y tus ojos no lo notan.
-          Odio que sepas mentir, ¡no se cuando lo haces y cuando no! Y por cierto, tienes que contarme que pasó anoche, -iba hablando cada vez más rápido, señal de que iba para largo así que comencé a caminar hacia el parque. - dónde te llevo, qué te dijo, qué le dijiste, qué hicisteis… ¿Estáis saliendo verdad? ¡Se nota en tu cara! No sabes cuanto me alegro, ¡Ey! No me dejes con la palabra en la boca, ¡espérame!


Estábamos en el parque todas hablando y opinando sobre algo aparentemente muy importante. Bueno, en realidad todas lo hacían menos yo que estaba completamente ausente y no tenía ni idea de cual era el tema de conversación. De todas maneras mi opinión no parecía demasiado relevante ya que llevaba así veinte minutos y nadie puso objeción alguna. Me odiaba por estar así.

Anoche me prometí a mi misma que no haría caso a ningún comentario más y además de no cumplir esto, estoy participando en este juego. En cualquier situación que se me ocurra le habría contado esto a Andrea y sin embargo se lo ocultaba. Lo más frustrante es que no sabía por qué y aun así veía la necesidad de encubrir algo, algo malo.

-          ¿Te parece bien Celeste? –escuché decir a Cassandra.
-          Si, claro. –contesté indiferente.
-          Como va a decir que no si sabe de sobra que no va a chupar banquillo como otras. –dijo molesta Raquel, una de las chicas del equipo morena, alta y un poco inmadura.
-          ¿Y desde cuando chupas tu banquillo? ¿Hemos cambiado de equipo y no me he enterado?
-          Lucas ha hecho estragos en ti, estas atontada. ¡Despierta, llevamos todo el tiempo hablando sobre eso! –saltó Andrea, callando a otra de las chicas que pregunto con voz apenada si Lucas tenía novia.
-          ¿Sobre chupar banquillo? –pregunté extrañada. Todas entornaron los ojos, algunas hasta un poco asqueadas, entre ellas la chica de la voz apenada.
-          No, sobre cambiarnos de equipo. No tenemos donde entrenar ni jugar, van a hacer otro campo de fútbol y no te pongas a defender el fútbol porque suficientes campos hay ya aquí.
-          ¿Y cual es el plan? –pregunté.
-          Al equipo de Horquilia le han cortado el rollo y necesitan jugadoras en condiciones.
-          Di las cosas como son Cassandra. –comenzó a decir Raquel. –El entrenador ha dicho jugadoras como tú, Celeste y Andrea, las demás son para rellenar. No me parece justo que vaya celeste siendo yo mucho más alta que ella. –me lanzó una mirada asesina, como si yo tuviese la culpa de algo de lo que ni siquiera me estaba enterando bien.
-          Bonita, ¿no te han dicho nunca que el tamaño no importa? Quieren a ella y no a ti. Ve y demuestra que sabes jugar. Celeste, ¿quieres ir?


Mi primer pensamiento fue que no. Pero no me precipité y empecé a sopesar la opción de que fuese una buena idea. Necesitaba cambiar un poco de aires y dentro de una semana ya estaría aburrida de este parque y de la misma gente como todos los años. Así podría conocer a gente nueva, entre tanto snob debía de haber alguien que mereciese la pena. Aparte, Lucas había vivido ahí toda su vida, pensé que sería una buena forma de acercarme más a él.

Sin más, acepté. Poco a poco todas empezaron a irse, sin saber yo muy bien que exactamente había quedado en claro. Cuando solo estábamos Andrea y yo le conté la pasada noche. Por un momento sopesé la posibilidad de contarle la parte del casi accidente pero al final no lo hice. Y mientras ella me decía que Lucas era un cursi, alguien a mis espaldas me tapó los ojos.

Me sonrojé al pensar que habría escuchado mi conversación con Andrea, empecé a temblar por verle y mi corazón iba a estallar. Tampoco pude evitar sonreír como una pava.

-          ¡Lucas que se que eres tu! Hombres, que predecible sois. –ante mi comentario multitud de voces empezaron a carcajearse al unísono.

Las manos desaparecieron devolviéndome la visión. Volteé a ver cual era el motivo de las risas y cual fue mi vergonzosa sorpresa, que las manos no eran de Lucas, eran de mi prima Lidia. Gabriel se reía por lo bajo mientras abrazaba a Andrea que casi lloraba de la risa. Ella no se reiría de una broma tan simple, era peor, estaba segurísima de que se reía de mi cara. Aitor y Víctor se estaban metiendo conmigo y Lucas, se limitaba a sonreír.

-          Lo sabías. –le recriminé.
-          Ey –se acercó y se sentó a mi lado. –yo también he salido perjudicado, me he apostado diez euros a que no me nombrarías. Te prometo que si hubiese sabido que se reirían de ti no lo habría echo. Aunque no te niego que ha estado bien perder la apuesta. No ha sido con mala intención en serio solo…
-          ¡Lucas, Lucas, Lucas! –me reí. – que no estoy enfadada idiota. El día que eso ocurra no te cabrá duda de que lo estoy. Oye y, ¿quien te pensabas que yo creería que era?
-          Tú prima, por ejemplo. –se encogió de hombros –No sabía si tenías cosas mejores que hacer que pensar en mi, yo desde luego no las he tenido.
-          Pues si lleva toda la mañana ausente y no es por ti, ya me dirás tú que es. –intervino Andrea.
-          Cállate. –le dije al tiempo que me acercaba a Lucas y le besaba. Al separarnos le dije – ¿podemos hablar?
-          Claro. ¿Qué pasa?
-          A solas. –asintió extrañado mientras se incorporaba y me daba la mano para ayudarme a levantarme. –Sara ha hablado conmigo esta mañana y venía con el chico de anoche un tal…
-          ¿Carlos? Si, mejor hablamos esto a solas.  

domingo, 3 de octubre de 2010

Thank!

Bueno, cambio el color de mis comunes letras rosas, por que esto no es un capitulo.
Quiero agradecerle a Bea que me haya tenido en cuenta para esto de los premios y antes que nada dejar sus blogs, ¡que son fantásticos!

www.lavida-cambia.blogspot.com 
www.entrelassombras-bea.blogspot.com

Bueno, también quiero darte las gracias porque me sigues casi desde el principio y créeme, no sabes cuanto agradezco tus comentarios :) 

   

Normas: Crea un post en tu blog, copia la imagen y las preguntas. No olvides mencionar quién te ha taggeado. Luego respóndelas y finalmente taggea a 3 bloggeras.
Gracias a Grace por tomarme encuenta para este premio.


Preguntas:

1. ¿Por qué te creaste el blog?
Desde pequeña me ha gustado leer y escribir, pero hacía mucho que no escribía. Aun así, todos los días creaba mil historias en mi mente y un día, descubrí todo este mundo de los blogs y dije, ¿por qué no?

2. ¿Qué tipos de blogs sigues?
Historias románticas, blogs de recomendaciones literarias... ah! y de moda.

3. ¿Tienes alguna marca preferida de maquillaje?
Casi todo lo que tengo es de Avon, pero mi "pieza" favorita, en un lápiz de ojos azul de Bourjois. 



4. ¿Y de ropa?
Dentro de mis posibilidades, Zara, Pull and Bear, Stradivarius, (lo que viene siendo el imperio Inditex! xD). Si mi presupuesto fuera mayor y viviese en una ciudad más grande... otro gallo cantaría! jaja 



5. ¿Tu producto de maquillaje imprescindible?
Colorete.
6. ¿Tu color favorito?
Rosa palo y verde pistacho :P

7. ¿Tu perfume?
Pues nunca he tenido uno favorito, pero hace unos días compré "Si Lolita" de Lolita Lempicka, porque me enamoré de él! 

8. ¿La película que más te ha gustado?
Difícil elección, pero "Un paseo para recordar" me caló, no paré de llorar en... horas! jaja

9. ¿Qué ciudades te gustaría conocer y por qué?.
Quiero ir a Paris, a Roma, a Amsterdan, a Atenas, a Venecia... Y a NUEVA YORK, pero es más que querer ir, es desesperación por ir a Nueva York. xD



10. ¿Cuáles son tus géneros literarios favoritos?
Soy una romántica empedernida.

Entrego el premio a:



viernes, 1 de octubre de 2010

Capítulo 16. Soñar, menta y perfume.

Supongo que tendríamos que regresar ya a casa, por eso estaba evitando preguntar la hora a toda costa. Irse de aquí seria como despertar del cuento.

Hacia demasiado frío y la chaqueta de Lucas no llegaba a cubrir mis piernas así que después de estar una hora besándonos sin decir ni una sola palabra, Lucas decidió que mis pies descalzos estarían ya lo suficientemente entumecidos del frío, como para retirarnos de allí. Al principio me negué de moverme un ápice de allí, por culpa de mis estúpidos pies, pero me tranquilizó cuando me di cuenta de que se refería a que fuésemos al porche de la casa.

Y aquí llevábamos… horas, o puede que días. Quizás ya estábamos en diciembre y por eso hacia tanto frío. Pero me daba igual, esto era perfecto; Perfecto el hecho de estar tirados en el suelo, el chico mas maravilloso del mundo apoyado contra la pared de roca y yo recostada sobre el con sus brazos rodeándome; y perfecto el lugar, que cuanto más lo miraba mas hermoso e irreal me parecía.

Lucas jugaba con mi pelo, que a estas alturas y con la humedad, ya ni estaba ondulado ni nada. La revolución de los rizos.

-          ¿Por qué te alisas los rizos? Estás preciosa así.  
-          Porque no me gusta ir siempre igual. –le contesté indiferente mientras él jugaba con mi pelo.
-          Y que no te guste la monotonía, ¿tiene algo que ver con ese rollo que le ha soltado Lidia a Víctor sobre lo que piensas de… estar con alguien? –Fruncí el ceño, confundida.
-          ¿Qué?
-          ¿Miedo a salir con un chico? –volví la cara hacia y el vi como alzaba las cejas. Asentí. –entonces tu y yo no… -me eche a reír, no sabría con que adjetivo describir su cara.
-          ¡Claro que si! Bueno al menos eso creo. Regla número uno: no hagas caso ni a mi prima ni a Andrea, por tu salud mental. Pero si, es verdad. –suavicé el tono de mi voz y suspiré. –Antes de que llegaras solo había estado con un chico en mi vida, ni siquiera besé a ningún otro. –volví la cara hacia él frente, sería mejor si quería poder continuar. –Y en cuanto a Iván, no te negaré que no le quería, pero siempre tendré la duda de si en realidad estaba equivocada en cuanto a la forma de quererle. No es que pensara en el como el amor de mi vida y nuestra forma de estar juntos tampoco era la más idónea. Era un pegajoso y no puedo con eso. Necesito aire, espacio, salir, amigas, recordar que no soy más que una adolescente. Puede que haya muchas parejas que su plan ideal para los diecisiete años sea atarse uno a otro, pero no es mi caso. Quiero estudiar, viajar, aprender idiomas y hacer lo que se me antoje. Y volviendo al tema Iván, para cuando tenía que ser romántico, no lo era. No es como si me hubiesen llevado a cenar muchas veces ¿sabes? –bufé. – no soy un robot, en realidad soy muy cursi.

Había empezado a soltar cosas tan rápido que no me di cuenta de que estaba hablando casi con indignación, y que quizás estuviera siendo un poco bocazas.  

-          Así que… esa es la explicación. No es miedo a salir con alguien, si no la forma de hacer las cosas. Y contigo no tengo miedo de nada. –volví a mirarle, estaba sonriendo.
-          Y yo que pensaba que no podías ser más perfecta. Te subestimé, lo siento.
-          Ya claro, como si no hubiese cientos de chicas mejores que yo en Horquilia. Más inteligentes, mas guapas, que hayan viaja… ¡Mm! –me apretó fuerte la boca con una mano. Le hice un gesto de resignación  para que me dejase, pero en cuanto lo hizo me aparté de él y continúe. –¡Y lo peor de todo! Que vista mejor que yo. –me puse en pie antes de que pudiese alcanzarme.
-          ¡Venga ya! ¿Esta diciendo eso la rubia popular del instituto? –dijo sonriéndome con malicia mientras se ponía de pie también. –no te hagas la tonta. Solo que tu eres mil veces mejor que cualquier rubia tonta, eres popular a tu manera.
¿No has tenido alguna vez la sensación de que algo es tan bello que te deja hipnotizado? Pues eso me pasa contigo. Y créeme, por las cosas que se escuchan en el instituto, no soy el único.
Pero es extraño. Las chicas de mi antiguo instituto, que fuesen medianamente guapas ya se convertían en insoportables egocéntricas. Imagínate el típico grupo de animadoras de una película americana, pues igual.

-          Me juego el cuello a que tu eras el “capitán del equipo de waterpolo”
-          El equipo era de fútbol, pero eso no importa. –se rió, cojió mis manos y me pegó a él. –La cuestión es, que tú si que tienes motivos para que se te suba a la cabeza. Pero tú eres demasiado perfecta para ser así. Te da igual que digan de las personas con quien hablas, te da igual si le dicen la hortera, la fricky, la empollona…
-          Te sorprendería la cantidad de cosas que puedes aprender de esas personas y en mi mundo de personas normales, eso es normal.
-          No lo dudo. Y no los estoy criticando, de seguro son mejores personas y más inteligentes que las animadoras… -Río y exaspere moviendo la cabeza de un lado a otro.
-          Y por cierto, acostúmbrate a nuestro instituto y despierta de tu película. Las chicas populares allí no existen, déjate de fantasías.
-          Es posible… ¿me ayudas a adaptarme?

Se acercó a mi y cuando creí que me iba a besar le pareció más interesante una maceta que había cerca. Estiró el brazo, arrancó una hoja y se la metió en la boca.

-          Me adapto al medio. –dijo antes de sacársela de la boca y yo me empezaba a reír.
-          Estás mal de la cabeza. ¿tienes complejo de vaca? –especulé entre risas. Negó con la cabeza y se acercó a besarme, pero yo me retiré.
-          No me vas a besar ahora… -le negué con un dedo y mordí mi labio inferior.
-          ¡Ven! –me instó. No me pude resistir, jaló fuerte de mi, chocándome contra él y comenzó a besarme. Su boca no sabía igual que antes.
-          Mm… -le mordí el labio y pregunté. -¿La planta era menta? –asintió.
-          Claro tonta, ¿de verdad tengo yo cara de vaca? –reímos a la vez y después, suspiró. –deberíamos irnos, es tarde.



Habría sido una buena idea quedarse aquí para siempre, no me importaría alimentarme de macetas al menos por un tiempo. Pero mañana le vería de nuevo y esta vez si que podría salir corriendo a él, sin miedos, sin orgullo, tirarme a sus brazos y besarle.

Estaba embobada en su cara, con la vista fija en la carretera, mientras le veía conducir de camino a casa. Estaba elegante hasta conduciendo, toda la ropa perfecta en su sitio y juraría que la camisa ni si quiera tenia arrugas. El pelo estaría también perfecto si no fuese porque yo lo había despeinado.

Estábamos atravesando Horquilia, había gente por la calle así que debería de haber una fiesta o algo. Le iba a preguntar a Lucas justo antes de que el corazón comenzara a punto de salirse de mi pecho al ver su cara de horror y sus manos temblar.
Un coche negro venia frente a nosotros sin intenciones de frenar, no podía apartar la vista de el mientras se acercaba más y más. Y justo cuando lo veía todo negro, Lucas lo esquivó y frenó en seco.

El pavor me recorrió. No sabia donde había ido a parar el otro coche, solo lo vi de refilón derrapar. Mire a Lucas con los ojos de par en par, buscando que hacer. Pero él no parecía tener las ideas mucho más claras, estaba mirando su mano llena de la sangre que le corría por la frente.

-          ¿¡Lucas!? –jadeé. -¿¡estás bien!? –no reaccionaba y me estaba poniendo muy nerviosa. Busqué en mi bolso para llamar a una ambulancia, la policía o a quien fuese.
-          Para. –dijo al tiempo que agarraba mi mano, pero sin mirarme. Abrió la puerta y se bajó del coche. –quédate en el coche. –su voz temblaba.
-          ¡Espérame!

Baje del coche, con las piernas temblorosas, pero se estabilizaron un poco al ver el paso firme de Lucas hacia los componentes del otro coche. Aparentemente todos ilesos y… borrachos como cubas.
Aligeré mi paso hasta quedarme a su lado y le rodeé uno de sus brazos con los míos.

Había tres chicas y dos chicos. A dos de ellos los reconocía perfectamente por muy mareada y asustada que estuviese. Sara e Iván. Las otras dos chicas y el chico no los había visto nunca. Tenía el mal presentimiento acerca de Iván.

-          ¿Lucas? –le gritó un chico ebrio y sorprendido. -¡No puede ser, has vuelto! –me separé de él al ver que el otro chico, moreno, con una camisa medio desabrochada se dispuso a darle un abrazo.
-          Si, parece que el viejo Lucas ha vuelto. –una chica con una larguísima melena castaña señalaba a su coche.
-          Cállate Carla. –la bienvenida había sido de lo mas acogedora, pero Lucas no parecía pensar lo mismo.
-          Si dile a Carla que se calle. –empezó a decir Iván. Mis presentimientos confirmados y esto solo sería el comienzo. – ¡ocultémosle a Celeste tu brillante pasado!
-          Eres el hermano de Pablo… -dijo Lucas sorprendido, pero la sorpresa estaba pasando a ser ira y yo no quería ver ni escuchar nada más. –Nos vamos.

Me daba igual como demonios era antes Lucas o que había hecho. Me daba igual de que se conocían ni quien era Carla. Me daba igual porque Sara se había quitado de en medio en cuanto me vio y porque la otra chica la había seguido. Me daba igual que pintaba Iván allí.

Solo quería irme a casa, darle a Lucas un beso de despedida y soñar con verlo mañana. Quería que fuésemos normales de una vez y que nada se interpusiera entre nosotros.


-          Celeste, ¿quieres venir conmigo y te cuento un poco?
-          Tío, ¡déjate de malos rollos que Lucas es mi colega! –al chico moreno casi no se le entendía.
-          ¿Celeste? –preguntó de nuevo Iván, ofreciéndome la mano y sonriendo a Lucas con chulería y prepotencia.
-          Lucas vámonos a casa. –le supliqué. Me agarró de la cintura y le besé en la mejilla. Aun tenía sangre. – deberíamos ir al médico.
-          Al menos me consuela que es algo guapa, aunque no entiendo que puede tener esta que no tenga yo. –dijo Carla a nuestras espaldas. Estaba un poquito cansada ya.
-          A él. Eso es lo que tengo que tú no tienes. –se veía que no estaba muy acostumbrada a que le contestaran. Por lo visto nadie se esperaba que yo hubiera dicho eso. –Adiós Iván, tu también deberías irte a casa.


Fuimos a urgencias a que le curaran la herida. No entré mientras le cosían los puntos porque ya me había mareado hoy suficiente, pero escuché a Lucas contarle a la enfermera como había volado un vaso de cristal en la fiesta en la que nos encontrábamos, y como este proyectó en su cabeza. La enfermera parecía convencida con la excusa, alegando que no era el primero que había llegado así.

La excusa era típica pero eficaz. Y también era eficaz para que Lucas la utilizara como tema de conversación en los pocos momentos en los que hablaba algo hasta bajarnos del coche en la puerta de mi casa.


-          Siento lo de esta noche.
-          ¡Eh, tu! Esta noche ha sido la mejor de mi vida y como mi novio se entere de que la estropeas con comentarios pesimistas…
-          ¿Así que tienes novio, eh? –dijo agarrándome de la cintura.
-          Si, y es el mejor de todos los novios de la historia de los novios. –me dio un beso suave en los labios y seguí hablando. –En serio Lucas, nadie me va a estropear esta noche. Nadie va a impedir que lo único con lo que sueñe esta noche sea contigo ni que lo último en que piense antes de dormir sea en tu boca, en el sabor a menta y en el olor de tu chaqueta.
     Si mañana te tengo, nada más me importa.