Capítulo 8. Cambios.

El calor me estaba abrasando y todo me daba vueltas. Acababa de despertarme pero aun tenía los ojos cerrados, ya que necesitaba pensar dónde y con quien estaba. Unos suaves dedos pasabas una y otra vez por mi pelo. Claro, estaba en casa de Andrea, se suponía que todos estábamos en casa de Andrea, incluido Lucas. En ese momento se me vinieron a la mente imágenes de anoche, de la torta que le dio aquella chica, de Chace, de la conversación con Andrea, de tirar a Lucas a mi lado para dormir… al acordarme de aquello se me retorció el estómago, ¿en qué demonios estaba pensando? ¿Qué le iba a decir cuando me levantara? Mejor quedarse así, pensé.

-          Buenos días dormilona. – Mierda, se había percatado de que estaba despierta.

Abrí los ojos, no había nadie en el salón excepto nosotros. Podría haber pasado un terremoto que seguramente no me hubiese enterado, es posible que estuviera hasta en la misma postura que cuando me quedé dormida. Me preguntaba si no habría dormido incómodo o agobiado, pero me percaté de que no llevaba puesta camiseta, se habría levantado para quitársela por el calor y me apoyaría de nuevo sobre él, así que supuse que no le importaba demasiado.

-          ¿Qué hora es? –pregunté adormilada. Alcé la mirada y al encontrarse nuestros ojos la vergüenza me inundó. Me aparté de él y quedé tumbada boca arriba a su lado.

-          Casi las tres.

-          ¿¡Qué!? –hice amago de ponerme en pie, puesto que no me esperaba que fuese tan tarde pero estaba demasiado mareada y me recosté de nuevo. -¿y los demás?

-          Haciendo una barbacoa en el patio de atrás, pero no te alarmes no hace ni 20 minutos que se levantaron.

-          ¿Llevas mucho despierto?

-          No… no mucho. – no se si sabría mentir muy bien o no, pero desde luego que ahora no había sido demasiado convincente. O quizás fuese mi ego. –y tu amiguito americano, ¿no te echara de menos? – ¿a que venia esto ahora?

-          Lucas, mi cabeza no esta para ironías créeme.

-          ¿Sigue dando vueltas el punto? A lo mejor el tío ese te echo algo en la copa, para hacer contigo dios sabe qué. – si quería picarme lo estaba consiguiendo.

-          ¿Y tu novia? Que manera más rara tiene de demostrar su cariño, a tortas.

-          Primero no es mi novia, no todas las chicas a las que beso son mis novias –se hizo un silencio incómodo mientras nos miramos, suspiró y se recostó sobre un hombro de cara hacia mi. –y segundo, si el cariño se demostrara a tortas, a alguna le gustaría darme una que otra. –guiñó un ojo y solté un bufido.

-          ¿No lo dirás por mí?

-          Por favor, claro que no. –el sarcasmo era tal, que casi lo podía tocar.

-          No todos los chicos a los que beso les tengo cariño. –le solté con otro guiño.

-          ¿Y a que venia lo de dormir abrazaditos? No me podía ni mover, estabas abrazada a mi como si fueras lo que más quieres en el mundo –pellizcó mi mejilla como si yo fuera un niño pequeño.

-          Dormiste en el mismo colchón porque según tu no había suficientes camas, pero y si querías y no podías quitarme de encima, ¿Cómo se supone que te quitaste la camiseta? –le cojió por sorpresa que me diese cuenta de eso, y estaba confuso al no saber que decir. -¿y que hacías acariciándome el pelo mientras dormía? Pero mira que eres romántico. –enfatice mucho la palabra romántico mientras apretaba su boca con una mano como si fuera un pez. Me reí de la estampa y de la cara de tonto que se le quedaba. Me levanté y me dirigí aun riendo a las escaleras para cambiarme.

-          Así que estabas despierta… ¿Qué, disfrutando eh?

-          Si amor mío, -le grité desde las escaleras. –después fue cuando recordé que eras tu.

Entré en el baño de arriba muy pagada de mi misma por lo que le había dicho Lucas, jugar al sarcasmo era tan divertido para mí como para un niño el “pilla pilla”.

Era increíble como habían cambiado tanto las cosas en tan poco tiempo. Ahora el grupo estaba más entretenido, no con los aburridos de siempre. No los iba a echar de menos si no salía más con ellos, siempre y cuando estuviese con mis verdaderos amigos claro está.  Había oído por ahí que a algunos no les gustaban mucho el grupo de Lucas, ni las chicas que salen con Cassandra, que preferían que no vinieran. Seguramente serian Fran y Andrés, pero no me importaba porque nunca fuimos muy amigos. En cambio sabía de alguien que si que era mi amiga, y que si ellos salían por su cuenta, ella iría detrás, Helena y en consecuencia también Álvaro. Pero Andrea y yo ahora estábamos en nuestra salsa y aunque no habíamos hablado de ello, sabía con creces con quien prefería pasar ella el tiempo. Pero todo esto eran solo especulaciones de las que me percaté anoche, ya me enteraría bien.

En cuanto a Lucas y a mí, se puede decir que si antes teníamos poco, ahora teníamos menos. No entendía porque estaba esta mañana tan susceptible, puede que realmente le  y le molestara lo de anoche… No, no me daba tanto a valer como para creer que él pensaba en mi de esa manera. Pero sinceramente no me importaba, esto era divertido. Me gustaba incluso más que antes, porque le conocería mejor y con él no me iba eso de los rollitos que no llegan a nada. Aunque aquella semana la recordaría siempre como la mejor del casi acabado verano y nuestro primer beso, posiblemente como el mejor de mi vida.

Lucas también había ido a ponerse un bañador puesto que tendrían pensado bañarse en la piscina de Andrea. Salimos casi a la vez al patio.

-          ¡Buenas tardes parejita! –ambos le echamos una mirada a Andrea con la que no hizo falta decir más.

-          Vale, vale…

-          ¿Dónde esta Helena? –pregunté.

-          Zorreando. –Soltó Álvaro a bocajarro, me quedé helada. No había el mínimo atisbo de humor en sus palabras, lo decía en serio. Miré a los demás, nadie lo contradecía. Le hice una señal a Andrea con la cabeza para que me lo contara dentro.

No podía entender que habría pasado, ¡si anoche se fueron juntos!

-          ¿Te acuerdas cuando anoche te dije que helena se fue con Álvaro a mi casa?

-          Claro.

-          Pues ni se fue con Álvaro, ni se vino a mi casa. ¿no te diste cuenta cuando llegaste?

-          Si, pero no pensé en… pero a ver, ¿¡dónde estaba!?

-          OK, respira.

-          Por favor ¡suéltalo ya!

-          Con Fran. –me quedé absorta.

-          ¿Cómo que con Fran?

-          Joder Celeste que pareces nueva, que se fue con Fran, a su casa, y se acostó con él. Si, Helena la que no estaba preparada para hacerlo con su novio con el que llevaba más de un año, esa. No es que se lo reproche pero es que es normal que Álvaro esté así el pobre, los pilló él. No me preguntes más porque no se más, la he llamado mil veces pero no me lo coje. –yo seguía sin poder articular palabra mientras la cotorra soltaba el monólogo.

Nuestros móviles sonaron al unísono, un mensaje y era Andrea:

         

“En media hora en el parque de siempre, os necesito por favor venid. Os quiero”